Palestina.- Desde principios del siglo XX, la historia de Palestina ha estado marcada por el conflicto y la violencia. La ininterrumpida ocupación israelí de Cisjordania, el bloqueo de Gaza y la negación sistemática de derechos a la población local han generado una crisis crónica y compleja que ha afectado gravemente la salud de los palestinos, dejando múltiples heridas en forma de problemas psicológicos y emocionales.
En este contexto, distintas investigaciones han abordado el impacto que las condiciones políticas y sociales a las que son sometidas los palestinos tienen sobre su bienestar psicológico. Una de ellas —The Burden of Mental Disorders in the Eastern Mediterranean Region 1990-2013— destaca que ha habido un aumento de los trastornos de salud mental en Palestina y que más del 40% de la población sufre ansiedad y depresión clínica, lo que la convierte en la tasa más alta del mundo.
“La mayoría de los palestinos vivimos en una situación de condiciones bélicas crónica y violencia, por lo que muchos sentimos angustia o estrés, fluctuando entre el bienestar y la enfermedad. Dependiendo de los recursos que tengamos podremos disminuir nuestro sufrimiento o acabaremos padeciendo secuelas psicológicas durante el resto de nuestra vida”, explicó Rita Giacaman, fundadora del Instituto de Salud Pública y Comunitaria de la Universidad de Birzeit en Ramala (Cisjordania).
A ojos de la investigadora no se puede abordar el problema únicamente con pastillas y terapia individual: “Si bien algunos desórdenes de salud mental necesitan un acompañamiento terapéutico de este tipo, la mejor terapia para los palestinos son los grupos de apoyo con los que compartir experiencias traumáticas e ir al fondo de lo que les ocurre”.
Para los palestinos la esperanza, a menudo combinada con la capacidad de soportar y resistir, es una forma de lucha política y personal que les permite sobrevivir con dignidad y decencia bajo la ocupación.