Por: Jaime Aristy Escuder
.- El 11 de noviembre pasado comenté que la tasa de crecimiento del PIB proyectada para 2021 quedaría en el entorno del 11.1%. Señalé también que esa expansión de las actividades productivas se explicaba fundamentalmente por la política monetaria ejecutada por el Banco Central de la República Dominicana y por un conjunto de factores externos, como es el extraordinario aporte de las remesas a la demanda agregada nacional.
Esa predicción de la evolución del PIB se realizó con la información disponible hasta el mes de octubre de este año. Hoy se tiene acceso a un conjunto de indicadores preliminares que permite incluir en el análisis del PIB información correspondiente a los meses de noviembre y diciembre. Queda claro que en esos dos meses se ha acelerado la demanda agregada, tanto la privada como la pública.
Vista esa información, se puede señalar que la tasa de crecimiento del PIB real proyectada se ha movido hacia arriba, quedando su centro en 11.5%. Esto implica que la tasa que se observará al final de período 2021, cuando el dato del IMAE de diciembre se publique en enero de 2022, podría quedar en el entorno de 11.1% y 11.9%. Con relación al año de 2019, la recuperación de 2021 colocará el PIB cuatro puntos porcentuales por encima del observado en ese año pre pandémico. Un logro muy significativo.
El reto para 2022 es que se pueda sostener una política económica, monetaria y fiscal, que permita crecer por encima del potencial del 5% con el objetivo de acercarse más a la tendencia de crecimiento que existía antes de la pandemia. Por ejemplo, si se creciera a una tasa promedio anual de 8% en los dos años siguientes, el PIB alcanzaría a finales de 2023 la magnitud que se hubiese registrado si el covid-19 no hubiese impactado a la economía dominicana. Es posible alcanzar esas tasas de crecimiento en el período 2022-2023, pero ese beneficio tendría un costo asociado con el tiempo adicional que tomaría lograr que la tasa de inflación observada converja al rango meta de 4%±1%.
Conociendo la regla de política que subyace en las decisiones del Banco Central, pienso que es mucho más probable que la tasa de crecimiento del año próximo se coloque entre 5% y 5.5%, lo cual desaceleraría de forma más acentuada la tasa de inflación doméstica, asumiendo que no haya sobresaltos referentes a la inflación importada. Aquí cabe recordar que la estabilidad de precios es el principal objetivo del Banco Central.