.- Un sector de los empresarios privados, arrendatarios de frecuencias estatales de radio, televisión, prensa escrita y medios digitales, se encuentran regulados jurídicamente, con excepción para los grandes monopolios de la información del mercado capitalista, quienes entienden que el estado de derecho es inexistente para ellos.
Los grandes monopolios de la información anhelan no tener ningún limite para convertir la libertad que ofrece la constitucionalidad democrática en libertinaje y avasallar así las libertades de los demás, a quienes se transforma realmente en objetos, a quienes también se les quiere suprimir su derecho a defenderse y poder acudir ante un juez a proteger ese derecho.
Los grandes empresarios de los monopolios de medios de comunicación masivos quieren el poder absoluto como el que detentan algunos bancos y exportadores. Persiguen estar situados encima de la ley y ser completamente irresponsables ya que desean que sus actos no se puedan impugnar jurídicamente. Es decir, que su voluntad sea la única ley y las libertades de los demás se subordinen a la suya. No solo eso. Haciendo valer, por ejemplo, la teoría social de los derechos humanos, como escudo a sus arbitrariedades desprecian con aversión a los derechos humanos de los demás individuos. Pero, para el periodismo de concentración la libertad de expresión es un derecho fundamental de especial importancia, especialmente para mentir.
El periodismo corporativo es un sinónimo de difamación y calumnia desdibujando, alterando y maquillando la realidad. Los dueños de los monopolios de la información, en su conjunto, deben comprender que libertad de prensa no implica avasallamiento de otros derechos humanos. Los propietarios de periódicos nacionales, por ejemplo, ya saben por experiencia propia que la comunicación no puede ni debe sustituir al poder judicial. Es decir, no hay derecho a crear nuevas inquisiciones.
La libertad de expresión no puede ser la lanza para intentar quebrar el estado de derecho. Ni para declarar la inexistencia de las normas y , en consecuencia, para romper las normas y violentar la privacidad y la intimidad de los individuos y su buen nombre. La libertad de expresión tiene que ser compatible con los derechos humanos. La libertad de cada uno de nosotros no debe ser restringida más allá de lo que es necesario para asegurar una libertad igual para todos. En un estado de derecho nadie esta por encima de la ley. Nadie es irresponsable de sus actos y todo individuo tiene la facultad de defenderse juridicamente.
En la actualidad, en empresariado privado persigue presentar sus privilegios negando a los demás los suyos. Cada día se legisla más y más en defensa del estado de derecho. Cada día en el seno de la sociedad queda clara la percepción de que no puede existir un poder irresponsable ilimitado. Cada día la gente común exige, en democracia, una actitud ética y jurídicamente responsable. Como bien han demostrado algunos inteligentes constitucionalistas la lucha por la libertad es la lucha del hombre consciente y de una sociedad madura. Esa lucha histórica ha sido cruenta y difícil por subordinar el poder político y empresarial a la Constitución y las leyes.
Los excesos de poder que se incurren, como aconteció con los otros poderes, crean resistencia de los ciudadanos y fortalecen la lucha por la libertad. La perversión, la prostitución, el ansia y la enfermedad por el poder que encontramos en la concentración de los medios y sus negocios, hoy se halla en muchas redacciones y cabinas de radio y estudios de televisión y vedettes del periodismo, por encargo.
Mi criterio es muy claro al respecto. Los medios corporativos tienen que estar subordinados al estado de derecho, a la ley. Para ello debe existir una legislación que ponga limites al monopolio de la comunicación. Que al mismo tiempo garantice la libertad de expresión, el derecho a la información y los haga compatibles con los otros derechos humanos.
La existencia de una reforma a la ley que precise los derechos, facultades, obligaciones y responsabilidades de los propietarios de medios de comunicación es indispensable. En República Dominicana es posible transferir lo irreversible. Recuérdese solo como los constitucionalistas de 1963 y de 2010 criticaron los privilegios y el absolutismo privado y como muchos otros pensaron que eran unos ilusos.
Los poderes oligárquicos han caído frente al anhelo de libertad de los hombres. No hay duda de que la lucha por subordinar los medios al estado de derecho se esta dando y triunfara. En la historia contemporánea, a corto, a largo o mediano plazo, la libertad siempre gana adeptos. Lo importante es que esta nueva batalla sea suficiente y que la libertad en democracia se logre en lo inmediato. Continuaremos.