.- Me confieso enamorado del sexo femenino. Digno hijo de mi padre, creo a la mujer un ser sublime, como mi madre, Julia Idalia Guaba (en paz descanse, EPD), más conocida como “Doña Lala”: luchadora incansable, temeraria a morir… tenía que ser una mujer así para estar desde sus inicios en las lides políticas al lado de José Francisco Peña Gómez, cuando todos los días se jugaban la vida haciendo su parte en la construcción de esta democracia de la que disfrutamos hoy.
En esta sociedad machista la mujer, en base a dedicación, trabajo, esmero y sobre todo responsabilidad se ha ido abriendo paso, demostrando su talento y su capacidad a pesar de que en esta cerrada nación de hombres, pretendemos negar que nuestro éxito en la vida se debe básicamente a ellas, que son la clave del hogar, de la estabilidad emocional y, por ende, de los logros de sus esposos.
No puedo entender la vida sin el papel maravilloso de la mujer. En el largo trajinar de la vida he conocido mujeres excepcionales, como la Dra. Milagros Ortiz Bosch, persona a quien mi padre quería como una hermana y que se desempeñó como una de sus principales asesoras. Conocí también a Doña Asela Mera de Jorge Blanco (EPD): en mi vida he conocido mujer de más fino trato, discreta, conservadora y entregada con una fidelidad y devoción absoluta a su esposo Salvador. Para mí es la esposa ideal para cualquier hombre que acaricie el poder.
Si la lealtad y el valor tienen nombre es él de mi madrina Juani Uribe de Báez (EPD).
Tuve el honor de conocer a Doña Ivelise Prats de Pérez, la coherencia y verticalidad hecha mujer. ¡Cuántas condiciones, ya escasas en esta sociedad, en una dama!
¡Qué decir de Doña Renee Klang de Guzmán (EPD), mujer bondadosa como pocas, que como Primera Dama, con dedicación y esfuerzo admirables, trabajó para la infancia creando el Consejo Nacional de la Niñez (CONANI).
Nunca pensé que la belleza, la experiencia y la inteligencia se podían unir con la agudeza política y organizativa de una señora ejemplar, mi candidata vicepresidencial Sergia Elena Peña de Seliman.
De la querida comadre de mis padres, Doña Ana Elisa Villanueva de Majluta (EPD), debo resaltar el cuidado, la dedicación, el celo y el esmero con el que se mantuvo al lado de nuestro siempre buen recordado Jacobo Majluta.
No puedo dejar de mencionar a la madrina de mi hijo, mi estimadísima Dra. Yadira Henríquez de Sánchez Baret, la esposa de nuestro querido Vicente. ¡Cuánta firmeza, integridad y entrega leal a una causa!
No tengo el honor de conocerla personalmente, pero a través de mi hermano Tony, mi sobrino Miguel Ángel como también a través de otros amigos y compañeros, me cuentan maravillas de la compañera del buen amigo Luis Abinader, Doña Raquel Arbaje. De ser así, cosa que no dudo, de su esposo llegar al poder el país tendría en ella una Primera Dama correctísima, sensible y comprensiva.
Me declaro admirador de la vehemencia con la que defiende sus creencias Angelita Peña; de la autenticidad demostrada en tiempos de tanta falsía de Angelita de Vargas, compañera de siempre de Miguel, una persona a quien mi padre distinguió y apreció cómo a pocos.
Me confieso extasiado por la valentía manifiesta de Faride Raful y me declaro fan de la pluma exquisita de Yanessi Espinal.
No les puedo negar mi escondida pero casi eterna admiración por Minou Tavarez Mirabal, de quien no se podía esperar menos teniendo por progenitores a verdaderos patriotas.
Aunque me considero decepcionado por el proceder de Doña Margarita Cedeño de Fernández, no puedo dejar de reconocer que ha hecho un buen trabajo desde las posiciones que gracias a su marido logró, cosa que a mí más que nadie me consta. Espero en el futuro corrija su error con nuestro amigo Leonel.
Mi madre Doña Lala, no por ser mi mamá se gana la presea dorada, porque ser perseguida, apresada, viviendo en muchísimas ocasiones en la clandestinidad y, aun así, trabajar para mantener sus hijos mientras su esposo se jugaba la vida en las calles por sus ideas libertarias, fue una conducta meritoria. Quienes la conocieron saben que no exagero: gana medalla de oro. Pero la presea de plata, que no por estar en segunda posición deja de ser importantísima, es de alguien a quien aprecio y le guardo agradecimiento eterno, a mi querida Doña Peggy Cabral de Peña Gómez. Gracias mil por como cuidaste a papá, con ternura y abnegación, por cómo le llenaste de atención y amor sus últimos años.
He conocido cientos de mujeres excepcionales en el devenir de mi existencia, de todos los litorales, las más disciplinadas y capacitadas en el PLD, las de más arrojo, entrega y sacrificio en él siempre glorioso y viejo PRD, pero hay que decirlo, hoy no están precisamente las más aguerridas en los partidos: ahí vemos con especial atención la defensa a los mejores intereses de la patria que hacen las divas Milagros Germán y Mariasela Álvarez.
Me declaro enamorado de una mujer buena y correcta con la que la vida me premió estos últimos cinco años, mi esposa Karina, compañera que soporta con una sonrisa el mar de llamadas y ocupaciones diarias que recibo de dirigentes de todos los litorales políticos, incluyendo a mis fieles compañeros del BIS, que con su preocupación diaria me hacen el honor de sentirme apreciado.
Nuestro pueblo sigue reconociendo en la mujer, virtudes de honestidad y dedicación a las causas de las que forman parte y en ese sentido, pese a no haberla apoyado por tener previamente como candidato a Don Johnny Ventura, hermano del alma de mi papá, vayan mis parabienes para la primera alcaldesa de la capital, Carolina Mejía de Garrigó, hija de mi estimadísimo Hipólito y de su compañera de toda la vida, Doña Rosa Gómez de Mejía, todas las antes mencionadas mujeres inteligentes, trabajadoras y de reciedumbre a toda prueba.
Hoy que la mujer crece ocupando la primacía tanto en lo laboral como en las aulas universitarias, estamos obligados a reconocer que sin ellas, madres o compañeras, los hombres no viviríamos.
Hemos conocido cientos de mujeres abnegadas, esposas de compañeros esforzados, viudas de la patria porque muchos de ellos abonaron con su sangre la construcción de la democracia dominicana.
Rememoro entonces una frase de un reconocido cantante y compositor estadunidense, John Legend, quien expresó “Todos los hombres debieran ser feministas. Si se preocuparan por los derechos de las mujeres, el mundo sería un mejor lugar.”