.- Es preciso comenzar estableciendo que, en realidad, el sistema de partidos políticos que hegemonizó la posguerra (1962-2020) se instrumentó para ampliar la base de los privilegios de la alta burguesía, las elites del aparato capitalista, el control de los medios de producción de acuerdo a la tradición neoliberal del capitalismo oligarca de la democracia representativa.
Según los intelectuales sistémicos el presidencialismo oligarca es un espectro amplio de ideas políticas que se utiliza para organizar las instituciones del Estado, el poder Legislativo, el poder Judicial y otras.
Estos pensadores sistémicos tienen en mente una determinada filosofía política. Una similar forma de organización social y cultural. Compuesta sobre todo por unidades orgánicas que a su vez conforman la base teoría de su ideología.
Estas comunidades orgánicas generalmente están desconectadas con la realidad social y están altamente integradas a las antiguas convenciones de las comunidades orgánicas pos Trujillo de la que provienen, a la que vuelven y en la que, de hecho, viven.
Las elites de los partidos políticos de la democracia representativa de posguerra serán siempre criticados por las corrientes democráticas y progresistas de las comunidades que dirigen de arriba hacia abajo, aunque en esta última instancia sean los electores asimilados los que realmente decidan.
Esto significa que mientras los miembros de los partidos políticos sigan estando obligados y/o inducidos a venderse al mercado electoral o depender de el a cambio de beneficios, trabajo en la nómina pública y mientras su rol político siga siendo el de una herramienta secundaria seguirán existiendo importantes núcleos de coerción y opresión que limiten la discusión revolucionaria sobre la participación y la igualdad de oportunidades. (si es que tiene algún sentido este articulo).
Existen partidos políticos locales, regionales y nacionales. Muchos de ellos pequeños numéricamente con una estructura política básicamente presupuestaria. En lo que respecta a los partidos políticos regionales que han perdurado en el tiempo prefiero reservarme mis opiniones.
Puesto que escribo para un modelo de auto gestión humana, multiplicidad y participación de las clases medias y los trabajadores en las utilidades, la integración de los agricultores, los, los estudiantes, los maestros, los médicos, los militares y el campesinado sustentamos la construcción de un Estado laico dentro de una estructura constitucional que garantice un cierto grado de estabilidad.
No siempre el enclave colonial y su pensamiento político ha formado parte del núcleo progresista de la burguesía para la cual funcionaba.
Y, en cierta medida, las comunidades orgánicas del presidencialismo funcionan dentro del establecimiento aunque, por supuesto, integrándose al reciclaje de las estructuras presupuestarias.
No podemos saber con certeza en que persistió el sistema de partidos políticos de posguerra ni sabemos en que realmente terminara.
Debo aclarar que la idea fundamental de las tribus políticas del presidencialismo neoliberal sigue siendo la primacía de la individualidad, el culto a la personalidad y la defensa de la tradición.
Dejando de lado el hecho de que República Dominicana continua siendo una sociedad con subdesarrollo científico y tecnológico los sistemas de gobierno conforman modelos sociales y culturales establecidos con ideas frecuentemente repetidas por los teólogos del partido -Estado en la contemporaneidad.
Todo cuanto existía es lo que el pensamiento social progresista y los demócratas deben continuar resistir.