.- El caso de la adolescente Emely Acosta, asesinada de varios balazos por su novio quien está prófugo, vuelve a reiterar de la actitud irresponsable y la escasa supervisión de los padres con sus hijos.
Pregunto, ¿Cómo es posible que una joven de 16 años mantenga una relación con un elemento señalado en la barrida como vendedor de drogas y los padres no sepan nada?
Vuelvo a preguntar, ¿Cómo es posible que esa adolescente decidiera ir a dormir a casa de una amiga como si se tratara de algo normalizado?
No cabe duda que la mostrada dejadez de los progenitores de la joven Acosta abonó en alguna medida la desdichada suerte que corrió en mano de esa cosa llamado Melvin Quezada Soto.
Lo peor de todo, es que ante ese y otros casos similares se observa una sociedad alarmada por el resultado final, sin generar la más mínima conciencia respecto los factores que lo provocaron. ¿Que quiere decir eso? Que los casos seguirán, pues nadie repara en la necesidad de volver a la tutela responsable de los hijos.