.- ¡Manos al cielo que esta no es una película, sino sólo un ensayo! Y en este ensayo la Biblia sugiere claramente que el templo no debió cerrar por la amenaza del nuevo coronavirus.
Tratar de negar el cierre de la iglesia repitiendo una y otra vez que la iglesia somos tu y yo en donde estemos, es un arma de doble filo, porque aunque en parte es cierta, menosprecia la verdad longitudinal bíblica que aboga por estar juntos y unánimes (Hebreos 10:25, Hechos 2:1, 2:46). ¿Qué responderá el pastor si alguien le dijera: «Tranquilo… ya no necesito congregarme»?
Si la iglesia soy yo, entonces ¿dónde está el lugar del templo? La iglesia somos todos y el templo es que crea las condiciones para que la iglesia de Cristo funcione como un cuerpo (1 Corintios 12: 14-28) y no como extremidades dispersas.
Que quede claro que la lengua la crean los pueblos y el término «iglesia» se difundió a partir del Nuevo Testamento; hoy en día no sólo es el término usado por millones de cristianos, sino que la Real Academia Española lo valida y la Biblia lo registra (Hechos 11:22, 11:26, 12:5, 14:23, 16:5; 1 Corintios 11:18, 2 Corintios 8:1, 8:23; Apocalipsis 1:4). De ahí que decir que la iglesia cerró no es sólo válido, sino correcto.
Este ensayo que vivimos fue detallado en las Escrituras en el libro de Nehemías capítulo 2, 4 y 6. El reto era el mismo, con amenazas de muerte querían desanimarles (Nehemías 2:19, 4:3) y hacerles temer (Nehemías 4:11-12) con el fin de parar la obra. La amenaza de muerte era directa, declarada y anunciada. Ciertamente el proyecto mermó su marcha, pero no se detuvo el trabajo que se emprendía (Nehemías 4:15-17). En este escenario decidieron que sólo la mitad seguiría construyendo, mientras los demás estaban en guardia (Nehemías 4:16, 21).
En nuestra realidad, dos grandes brotes llegaron a oídos de la iglesia que pudieron infundirle miedo, el primero relacionado a una secta en Corea del Sur, y el otro a una iglesia en Francia, cuyo retiro de 5 días de esta última finalizó el 21 de Febrero, fecha en que no había restricción alguna en el país europeo.
Al parecer, el eco de los hechos atemorizó gran parte de la iglesia y permitieron que sus manos se debilitaran (Nehemías 6:9); en sus mentes nubladas no encontraron la evidente y latente razón de seguir, por lo menos, a medias abierta.
El texto bíblico resalta la precaución que tomó aun aquella mitad que se mantuvo construyendo: con una mano construían y con la otra se protegían (Nehemías 4:17); esa sería, quizás, sus mascarillas.
Lo que no concuerda con la actualidad es que ellos estaban separados y convinieron juntarse para pelear de ser necesario (Nehemías 4:19-20). Los cristianos estaban juntos y, al enfrentar la amenaza social del virus, la decisión fue separarse por completo.
Como las amenazas de muerte no surtieron efecto en tiempos de Nehemías, la Biblia indica que la persuasión del falso profeta, nada que ver con el Apocalipsis, era el último perdigón para parar la obra. Dicho profeta se había encerrado en su casa; sí, encerrado, y desde su encierro intentó que el líder de la obra cerrara las puertas del templo para protegerse de la muerte anunciada. «¿Un hombre como yo ha de huir?» fue la respuesta de Nehemías (Nehemías 6:11).
Hay que recordar que quien huyó inocentemente en situaciones como esta para salvar su vida fue sustituido (1 Reyes 19:14-16). El Dios de la Biblia no es un Dios de cobardes (Apocalipsis 21:8).
Nehemías rehusó encerrarse y trancar las puertas del templo. Él expresa que discernió la trampa, pues el falso profeta había sido sobornado y el propósito era hacerle tener miedo, para así convertirse en objeto de burla e infamias (Nehemías 6:13). Lamentablemente en este ensayo con el COVID-19 la persuasión del falso profeta sí logró cerrar la iglesia.
La verdad ahora es esta: las brasas aisladas siguen ardiendo pero tienden a menguar, las extremidades separadas del cuerpo tienden a morir de no unirse con prontitud. ¡¿Cuál es la razón por la que la iglesia sigue en confinamiento 24 horas?!
Si la fe de un creyente no es mayor que la de la cajera de supermercado, entonces debe revisar su grado de fe. Ella ve cara a cara, día por día, a decenas de personas que no conoce. El pastor tiene capacidad de coordinar los suyos como mejor convenga, ¡¿por qué tiene que contagiarse?! Y si se contagia cumpliendo con su labor ¡¿quién podrá juzgarlo?! ¿O la juzgarán a ella?
El gobierno no ha dispuesto el cierre de las iglesias y mientras sea posible asistir al templo, este debe estar abierto, y ahora es posible.
Tanto en el país como en el exterior no todas las iglesias cerraron. Los que se mantuvieron abiertos no temiendo a la muerte (New Jersey), ser apresados (Florida), demandados (Virginia), o duramente cuestionados (Kansas), incluidos los que demandaron para por lo menos lograr congregar a sus fieles en los parqueos (California), demostraron su convicción de que estar juntos y en armonía en el templo es mucho más esencial que los liquor stores, considerados esenciales por al menos 40 estados en Estados Unidos.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) indica que sólo el 71.8% de los hogares en Las Américas tienen acceso a internet. Representantes de una iglesia demandada en Virginia por tener 16 fieles, 6 más que el límite permitido, en su santuario con capacidad para 293 personas, indicaron esta limitante entre otros muchos argumentos. No hay duda, quien creyó que “toda” la iglesia estaba “preparada”, tenía un IPhone en las manos cuando lo pensó.
La decisión de quienes elijan o aquellos que necesiten (por antecedentes de salud o edad) permanecer en completo aislamiento debe ser respetada y hasta promovida (Deuteronomio 20:5-8), pero hay que entender que cerrar la iglesia no era parte del ensayo, la iglesia debe abrir. No obstante, antes debe concienciar y tener un plan. Quien tenga dudas de cómo hacerlo, quizás la logística llevada a cabo por la Arquidiócesis de Seattle le sea una opción, ¿o no es también aplicable el modelo llevado a cabo en la Basílica de San Pedro al dar inicio a la Semana Santa? Una persona por banco y distancia suficiente entre bancos o asientos.
Para abrir sólo se debe aplicar las recomendaciones de los organismos de salud, lo que hemos dicho que en la mayoría de los templos es posible. ¡Los templos que tengan o puedan crear las condiciones deberían abrir sus puertas ya! «Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada» (Mateo 21:13). La casa de oración no debe estar cerrada por temor a la muerte.